miércoles, 8 de febrero de 2012

Tortura, no es arte ni cultura

La tauromaquia no es más que un obsceno negocio que trafica con la tortura y la crueldad. Por mucho que algunos quieran disfrazarlo, las corridas de toros constituyen un crimen, un asesinato a sueldo donde se martiriza a seres vivos por diversión a la vez que se ensanchecen los bolsillos de los empresarios taurinos.
Tortura y asesinato en público se venden como actos legales amparados por la “tradición”.  
Durante el período de formación de los reinos cristianos, el primer espectáculo taurino formalizado que se conoce tuvo lugar en León, en 815
El cartel de toros más antiguo que se conoce data de 1763, para promocionar la inauguración de la temporada en Sevilla. En 1771 murió, cogido por el toro en la plaza, el primer torero de fama, cuyo nombre conocemos: José Cándido.
Podemos ver la historia de la tauromaquia desde distintos ángulos, ya sea el cultural, el de tradición o por simple burla y con fines de consumir alcohol y sentirse más que un animal, pero lo que ahora está reclamando la gente y diferentes dirigentes es que se respete la “integridad” del toro y se deje esta burla hacia tan bello animal. Que logremos demostrar con actos que ya no somos la misma civilización de hace siglos que hacia corridas simplemente para celebrar un cumpleaños o una boda cristiana si no que somos seres humanos que respetamos a los animales y no pensamos tan erradamente.
En la Edad Moderna, empiezan aparecer las crí­ticas más severas contra esta práctica tan abominable. Las crí­ticas se basan, sobretodo, debido a la gran cantidad de muertes humanas que provocaban. Estas muertes, no eran solamente a causa de las embestidas de toros, torear generaba peleas entre hombres, que acababan clavándose las lanzas entre ellos, así­, como muertes debidas a avalanchas para asistir y poder ver de cerca  tales espectáculos.

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